
A la hora de empezar a reflexionar a cerca de la composición del pensamiento humano, se advierte que nos enfrentamos a un campo complejo, como así tambien problemático, que atraviesa lo real, pero lo real construido por imaginarios, sentidos y significaciones que otorgan valores sociales. Dirigimos nuestro trabajo a una materia específica que es “la creencia” cuyo funcionamiento se hace efectivo en la cultura y a la que no se le puede negar existencia y materialización en el hacer de la sociedad. Cabe en este punto preguntarnos ¿ cuales son los motivos por los cuales nos arraigamos a las mas diversas creencias? Pararse desde esta posición no significa entrar en el plano de lo irracional, ni de lo poco lógico, ya que la comunicación cultural necesita la perspectiva del llamado “ sentido común” que es el que habita y constantemente interviene en las prácticas sociales, ordenando y confirmando estructuras elementales de la vida humana.
Situarnos en las creencias es entrar en un campo laberíntico y polémico, que en palabras de Michel de Certeau: “es ubicarse en el plano del funcionamiento social del creer”, donde habitan experiencias, simbolismos, espiritualidades, registros de lenguajes y demás postulados de sensibilidad.La comunicación cultural, se encuentra atravesada por una circulación social donde se elaboran valores y costumbres, los cuales se convierten en referencias comunes que suponen una combinatoria de sentidos como recursos discursivos, implicancias, modelos y solidaridades, que dan coherencia y seguridad a la vida en sociedad. En el término creer se presentan una variedad de usos que van desde: “confiar en algo o en alguien”, “creer en la realidad de lo que se ve o de lo que pasó” y también “fiarse de lo que se dice”. Tenemos entonces que creer implica una relación con el otro del cual se prescinde y con el que se debe poder contar. Esta relación figura también como una “relación económica”, de comercio, es decir de intercambio donde se promueve un interés. Estamos dispuestos a dar, pero teniendo la certeza de que se recibe algo a cambio. Es en esa relación social de corte económico donde la creencia se vuelve tangible y efectiva, pero también existen riesgos que implican romper con el contrato si una de las partes cede.

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