domingo, 15 de noviembre de 2009

Brujas en los medios


Comienza hoy el juicio a "las brujas de Santa Ana"
"Comienza hoy el juicio a \u0022las brujas de Santa Ana\u0022 - Informate Salta - Portal de Noticias"


Acusadas de hechicería y amenazas de muerte. Un ex gendarme asegura que tres mujeres -madre, hija y nieta- realizaron conjuros diabólicos en contra de su familia.
Un trío de mujeres integrado por una abuela, su hija y su nieta, serán juzgadas por brujería, amenazas y violación de domicilio, luego de ser denunciadas en julio de 2006 por un ex gendarme y su familia, quienes aseguran que a través de conjuros, ritos satánicos y rezos en idiomas incomprensibles, han transformado sus vidas en un infierno y su salud se ha deteriorado de manera visible.El extraño caso -inédito en la provincia-, será analizado a partir de las 9.30 de hoy por el juez Correccional y de Garantías 3, Marcelo Torres Gálvez.Las imputadas son Teresita Irene Vallejos (74), su hija Sara Graciela César (52) y su nieta, Yanina Palomo (30) sobre las que pesa una acusación formalizada por el fiscal Facundo Ruiz de los Llanos.El representante del ministerio Público consideró que "el mérito incriminador surge como consecuencia de haber analizado en forma detenida el relato de los hechos y las constancias, con todo lo cual se tiene, prima facie, que las imputadas, con su conducta habrían transgredido la forma penal". Y en relación a las acusaciones de satanismo en contra de ellas, enfatizó que su accionar "reconoce un contenido claramente delictual" con vaticinios de "un mal futuro, cierto, injusto, posible e inminente, con el claro fin de producir temor o intranquilidad de espíritu en las víctimas".En representación de Héctor Eduardo Valverde (69), el ex gendarme que inició las actuaciones a través de una serie de denuncias radicadas en la Comisaría 12 y ratificadas por su esposa Laura María Juárez (58) y la hija de ambos, Rosana Valverde (38), actuará como querellante el abogado penalista Oscar Martínez.La defensa de las imputadas estará a cargo de la letrada Andrea Aparicio.Los demandantes y las acusadas viven en casas contiguas en el pasaje 8 del barrio Santa Ana I. Los Valverde en la casa 230 y sus supuestamente tenebrosas vecinas, en la 231.Según el ex gendarme, que sirvió durante 38 años en la fuerza y que se radicó en el núcleo habitacional de la zona sur capitalina en 1999, los problemas con el misterioso trío de la vivienda contigua comenzaron en 2002 cuando él les reclamó que una filtración de agua que provenía del inmueble de ellas le estaba causando problemas. "A partir de allí -dijo el ex gendarme (ver edición 22/07/06)- comenzaron los dramas: un pariente de las curanderas, Héctor del Milagro Palomo, me amenazó de muerte y yo lo denuncié". "Desde ese instante comenzaron una guerra en contra nuestra que llegó a su punto máximo cuando -relató la hija del hombre, Rosana Valverde- descubrí a Sara César y a su hija Yanina pintando cruces en las ventanas y paredes de mi casa con un líquido fétido. Mientras lo hacía -estaban vestidas con túnicas negras-, rezaban en un idioma incomprensible, se reían y gritaban", relató la mujer.Luego, informó que encontraron a la más vieja pintando más cruces- "Llevaba un turbante y al igual que las otras, rezaba con palabras raras".Los miembros de la familia Valverde puntualizaron que su salud comenzó a deteriorarse.El contraataque de las acusadas Las mujeres acusadas de curanderismo y brujería se defendieron a los pocos días de realizada la primera denuncia. En declaraciones formuladas por Sara Graciela César, a El Tribuno (ver edición 23/07/06), ésta dijo que "en mi familia no hay ningún curandero, somos gente de bien y este hombre nos amenaza porque tiene problemas psicológicos".A la vez y al analizar las razones de las denuncias de su familia vecina, consideró que "creo que es porque que quiere (el hombre) quedarse con mi casa y que nos vayamos de aquí. Sabemos que averiguó que se encuentra hipotecada y la quiere para su hijo, pero nosotros no queremos vender. Esperamos que la Justicia intervenga y tome las medidas que corresponden porque la situación es insostenible", enfatizó la mujer en cuyo living existe un gran cuadro de Jesús, explicando que su familia pertenece a "la religión católica, apostólica, evangélica, carismática".Las peculiaridadesPedido. Una periodista de El Tribuno llamó a la casa de las supuestas brujas pidiendo que le "curaran la casa".Respuesta. La atendió una tal "Pocha" y le dijo que sí, que le cobraba $20 por el trabajo, más el dinero para el remis.Lo último. La Policía puso guardia en la casa de los Velarde hace 10 días porque la madre denunció a la hija de violencia familiar.Decisión . La Justicia excluyó a la mujer menor del hogar y le prohibió que se acercara. El domicilio tiene ahora una "consigna ambulatoria".

"Brujas del barrio Santa Ana"

Las tres mujeres acusadas, se aprestan a escuchar el veredicto del juez Torres Gálvez. Un ex gendarme acusaba a una abuela, su hija y su nieta de hacerles brujerías a él y a toda su familia. El juez Correccional 3, Marcelo Torres Gálvez, las declaró inocentes y ordenó custodia para ellas. Con la absolución de tres mujeres -abuela, madre e hija- que habían sido acusadas de amenazas, daños e invasión de propiedad privada, terminó ayer uno de los juicios más raros de los que se tenga memoria y en el que estuvieron siempre presentes vocablos poco usuales en los estrados: brujería, conjuros, satanismo, ritos esotéricos... Es que las que se hallaban en el banquillo, Teresita Irene Vallejos (74), su hija Sara Graciela César (52) y la hija de ésta última Yanina Palomo (30), habían sido denunciadas por el ex gendarme Héctor Valverde (69) y su hija Rosana (32), vecinos de las dos más jóvenes, de haberles orquestado un sinfín de hechizos con el propósito de causarles daños. Sin embargo, en sus testimonios ante el magistrado, Marcelo Torres Gálvez, de Correccional 3, se contradijeron tanto, que hasta ve propio fiscal, Facundo Ruiz de los Llanos, quien había hallado oportunamente razones valederas para llevar a juicio a las tres mujeres, decidió no sólo no acusarlas sino que le pidió al juez que dispusiera por oficio que se les proveyera de custodia para ser protegidas de la familia que las había demandado. El juicio, que despertó atención en todo el país, comenzó el 10 del corriente y finalizó no como muchos habían previsto ya que el acusador pasó a ser principal sospechoso y quien, durante toda la audiencia de la víspera se movió con nerviosismo, exhibió fotografías y papeles, pretendió hablar cuando no le correspondía y sólo se serenó al ser reprendido por Torres Gálvez. Valverde, se presentó ataviado con una batería de elementos religiosos en sus muñecas y parte de su cuerpo, en lo que su abogado, Oscar Martínez, consideró una "armadura" de defensa por las "amenazas psíquicas" de las tres acusadas. En la ocasión se presentó a declarar también Rosana -con una batería de santos y símbolos católicos en su pecho-, la hija de Valverde, quien ratificó sus dichos en relación a que las imputadas habrían efectuado extraños ritos oscurantistas, vestidas de negro y hablando en un idioma incomprensible en la madrugada del 14 de julio de 2006, cuando habrían saltado la medianera que separa ambas viviendas y pintado en sus persianas, cruces invertidas. La historia de la mujer coincidió con la de su padre aunque difirieron en lo fundamental: él dijo que las había reconocido por las voces porque estaba oscuro en tanto la joven señaló haberlas visto de frente a 30 centímetros. Rosana arribó al juzgado con un permiso del hospital neuropsiquiátrico "Miguel Ragone", donde se hallaba internada. Y justamente un informe de ese establecimiento, sacado a la luz por una de las abogadas del trío de acusadas, Andrea Aparicio (la otra fue Lourdes Mamaní), fue clave: "En la página siete dice que Rosana Valverde tiende a la fabulación", expresó. Las pruebas Durante el juicio se comprobó que el día en que las acusadas habrían saltado la pared para hechizar a los Valverde, Yanina Palomo estaba con hernia, en cama. También se comprobó que la abuela no estaba en esa vivienda y que Sara César no podría haber saltado la medianera ya que -según su abogada- es muy gorda.

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